viernes, 12 de julio de 2019

NADA





Allí y en ese instante la cuenta regresiva llegó a cero. Fin de su vida. Ya no cumpliría más que dieciocho años. Dos balazos certeros disparados por el policía de civil a seis metros de distancia le ingresaron por la espalda mientras corría. Diez minutos antes le había arrebatado a un turista su cámara Nikon D7200. Una hora antes deambulaba por Plaza Francia, a la pesca, oteando con disimulo aquí y allá. Dos horas antes llegaba a Constitución, se escabullía por un costado del control electrónico de la Sube y se mandaba adentro de un vagón de la Línea C del subte. Tres horas antes se había subido al Roca en Lomas colándose por debajo del molinete ante un descuido del control. Cuatro horas antes lo había despertado el llanto de hambre, insistente y a coro, de Clarita y Diego, sus hermanitos. Saltó de la cama mientras su madre preparaba la leche del último sachet y tomó dos mates lavados. El día anterior había vuelto muy tarde de hacer la ronda cartonera por la que no juntó más que tres cajas para latas de cerveza y una de un televisor led recién comprado. Cinco años antes abandonó el colegio secundario. Tenía que conseguir algún trabajo para ayudar en casa. Tres años antes que eso había terminado la primaria en la Pública N° 1 de Lomas de Zamora. Seis años más atrás corría en patas por las calles de tierra de Ingeniero Budge, jugando con bollos de papel que hacían de pelota y autitos sin ruedas que encontraba con los pibes en el basural. Y cinco más atrás todavía, nacía por un descuido de su madre adolescente con un novio que jamás volvió a ver. Ella deambuló fregando mugre ajena por unos pesos que nunca alcanzaban. Se enredó con otros flacos en los que creyó. Así se convirtió en el hermano mayor de otros dos, Clarita de un padre y Diego de otro. Uno se esfumó a los tres meses del embarazo y el otro cayó preso nunca supo por qué. Tuvo desde entonces que hacerse cargo de todo lo que viene con el mundo. En ese momento fue que empezó su cuenta regresiva, la que lo llevaría por fin a correr delante de dos proyectiles para los que seis metros no es nada, igual que él.

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