miércoles, 4 de septiembre de 2024

LA NIEBLA DEL TIEMPO



El libro se llamaba Un paseo por mis días. Lo abrí y busqué el prefacio, decía: Las personas y los hechos relatados son imaginarios, cualquier coincidencia con el mundo real solo es producto de la casualidad. Tal vez, solo tal vez, algunas circunstancias pudieren guardar relación con acontecimientos acaso sucedidos. Pero, me dije, esas no son expresiones que hacen a un prefacio. Me pregunté ¿Cómo es que, bajo el equívoco nombre de prefacio el autor haya dado en realidad un colofón? Movido por la intriga que me generó el desacierto busqué en las últimas páginas y confirmé el contrasentido. ¿Temporal? A modo de conclusión decía: Dedico este relato a quienes me precedieron y a quienes continuarán, ambos en el camino que he transitado. En efecto, el autor dio por colofón aquello que debiera ser prefacio y por éste a un colofón. Volví al inicio. El primer capítulo me anticipó que habría una escena de crimen, detallado en otro, a donde me llevó la ansiedad. En él había un tal Jorge, descripto de medio perfil, con piloto beige que pasaba las rodillas, sostenido con su mano izquierda por un noble bastón de cerezo. Su mano derecha empuñaba un viejo Colt que podía suponerse del calibre 38, aunque difícil la certeza. El temible cañón apuntaba hacia el pecho de otro, de nombre Adolfo, de antiguo traje a rayas con saco cruzado, fina corbata y pañuelo al tono, que mostraba haber sido sorprendido, aunque, insinuantemente peligrosa, llevaba su mano alerta en un bolsillo interior. Sin que mediara explicación, repentinamente hubo movimientos y ademanes. Por el relato se sabe que Jorge gatilló y produjo una explosión de otro tiempo. Las últimas palabras de ese apresurado capítulo decían: La niebla del tiempo, los efluvios de la pólvora vieja y el viejo revólver, no permiten saber quién cayó o, aun, si fueron los dos o ninguno.

 

Nada más quise leer de ese libro. Preferí quedarme con la idea de que nada sabemos, y habitantes de la niebla, nada de nosotros se sabrá. O, lo que en la niebla del tiempo alguien imagine y escriba. Y que será solo un relato (tal vez con mejor suerte en la administración de prefacio y colofón).
 

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