jueves, 11 de septiembre de 2025

"ME VOY"



 

Hace un rato, azarosamente, pude ver el vídeo María Eugenia Álvarez, la enfermera de Eva Perón. https://youtu.be/k7Rg5rLjQCs?si=Re2dtXiqxzpLNyZ0 / Me lo habían enviado por mail el 27 de julio. Fueron días complicados por el reciente fallecimiento de mí socio Jorge, por lo que no pude verlo en ese momento. María Eugenia es adorable. Escucharla es darse cuenta en directo y sin sesudos análisis políticos qué era exactamente el alma del peronismo. Por qué es un sentimiento y no una ecuación. Pero hay algo que ella, la enfermera de Evita, relata, que me llevó a otro lado, me hizo acomodarme en el sillón como quien se ve de pronto sorprendido por algo que barrunta misterioso.

Maria Eugenia asistió al fallecimiento de Evita. Al lado de su última cama, acariciándole las mejillas. "Me voy", dijo que en un momento le oyó decir a Evita. Era el 26 de julio de 1952 a las 20,24 horas. "Yo también" le contestó María Eugenia, refiriéndose a qué también ella se retiraría a descansar por ese día. Pero Evita insistió: "No, te digo que me voy". Entonces Evita cerró los ojos y se durmió para quedarse por siempre en los corazones de los humildes. Eran las 20,25 horas.

Y lo extraño del caso, que me estremeció y me hizo acomodarme en el sillón al escuchar ese relato, que resulta ser un misterioso contacto entre ambas historias, es que tras el fallecimiento de mí socio diez días atrás de haber recibido por mail el video de la enfermera de Evita, el 17 de julio de 2025, su compañero de habitación nos contó que esa noche, al llegar la hora del descanso, de pronto Jorge le dijo: "Me voy". El desconocido acompañante le contestó: "Yo también, hasta mañana", suponiendo una despedida de buenas noches. Pero Jorge le insistió: "No, me voy". Y allí se quedó dormido para siempre, salvo para su esposa e hijo, y para mí en su diaria matutina alegría que me hacía comenzar el día como si oliese un jazmín.

¿Qué ocurre en ese momento, que jamás podremos relatar a los que sigan, que nos clava la certeza de que ya nos vamos? ¿Cómo es que lo sabremos, en un instante preciso, fugaz e intransmisible? Tal el contacto, misterioso, entre dos cosas tan distintas, al mismo tiempo tan iguales.


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